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Censos de Población y Viviendas de 2001
La aldea de las personalidades / Lista de colaboraciones
Sr. D. Enrique Fuentes Quintana
Presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas
Carrión de los Condes (Palencia)
Breve reseña estadística
En el Diccionario Geográfico
y Estadístico de Pascual Madoz (1845), se dice que Carrión
de los Condes tiene clima sano, siendo las enfermedades
más comunes, afecciones de pecho, tercianas, pulmonías
y fiebres gástricas. Consta de 600 casas, construidas
en su mayor parte de pared de tierra, alguna de piedra
y muchas con media asta de ladrillo; teniendo más de
la tercera parte piso alto habitable con regulares comodidades,
y las más con corrales. Forman la población unas 20
calles y otras tantas callejuelas. La plaza Mayor es
de figura cuadrilonga y no perfecta; tiene dos pequeños
portales, uno mirando al Norte y el otro al Sur; está
empedrada como una cuarta parte, y el resto en invierno
queda intransitable por efecto de las aguas; los edificios
que la forman, son desiguales, entre ellos se cuentan:
la casa del ayuntamiento, cuyo secretario percibe 3.000
reales de sueldo, pósito y la escuela. Hay además en
el interior de la villa la plaza de Sta. María, sin
empedrar; rodéanla el Hospital, la parroquia de su nombre,
la casa capitular de la cofradía de los 20 y la del
Marqués de Salinas, titulada del Águila; la de la Loma;
la del Cura de Carrión; hay otras más reducidas, entre
las que se encuentra la del duque del Infantado. Hubo
antiguamente magnífica y suntuosa casa municipal, y
en el mismo edificio, cárcel y carnicería, pero fue
reducida a cenizas cuando el grande incendio de la iglesia
de Santiago, habiéndose conservado solamente el primer
cuerpo de la fachada. El hospital mantiene 12 camas
para pobres enfermos; las demás obras pías para socorro
de estudiantes, capellanes, dotación de huérfanas y
otras diferentes limosnas para pobres, algunas de ellas
cuantiosísimas y que prueban la innata piedad de sus
naturales, han ido desapareciendo con las vicisitudes
de la época, y sólo ha quedado la llamada de los 20
clérigos, una parte de las asignaciones que se dan al
dómine de latinidad y al maestro de primeras letras,
de las cuales el primero percibe de varios fondos hasta
la cantidad de 3.300 reales anuales, además de 12 por
curso que satisfacen los 30 discípulos que concurren,
y el segundo cobra 3.000 de los que pertenecen a propios
2.600, con más un real mensual que pagan los niños de
primeros rudimentos, 2 los que escriben y 3 los que
aprenden cuentas, el total de asistentes es sobre 70.
Hay otras dos escuelas de niños, frecuentados por unos
70 de paga convencional, y otras 2 de niñas, concurridas
por unas 60. Carrión de los Condes tiene 602 vecinos,
3.132 almas.
Cuando nace Enrique Fuentes Quintana, sobre los años 30, Carrión de los Condes
tiene una población de 3.331 habitantes, o almas en
la terminología decimonónica; de los cuales, 1.668 eran
varones y 1.663 mujeres, cifra ligeramente inferior
a la de varones, a pesar de su mayor esperanza de vida.
De los varones, 1.073 eran solteros, 537 casados y 55
viudos. Sabían leer y escribir 1.275. De las mujeres,
977 eran solteras, 535 casadas y 149 viudas. Sabían
leer y escribir 1.071. Esta población permanece estable
con los años. El último Censo de 1991 contó 2.519 personas,
de las cuales, 1.192 eran varones y 1.327 mujeres.
Carrión
de los Condes. Por Enrique Fuentes Quintana
Al buscar el significado de
mis recuerdos y los motivos de mi admirado amor por
el pueblo en que he nacido, encontré razones poderosas
que hacen que mi afecto por Carrión sea un amor fundado,
tal y como expuse en un Pregón de las Fiestas de agosto.
La tierra, ese paisaje que se nos mete en el alma a
los carrionenses en nuestra infancia y juventud para
no abandonarnos mientras vivamos, el de la tierra de
secano, el de un cielo alto y azul en el que los labradores
intentan escrutar, con temor y esperanza, la suerte
insegura de sus cultivos. El sentido del tiempo con
el que esa obra que es la vida de cada uno de nosotros
ha de representarse, de un tiempo marcado por las estaciones
de cada año, vivido sin prisas y sin atajos, que imponía
sus exigencias a los labradores y a los vecinos y sobre
el que nada se podía hacer al margen de ese ritmo que
condicionaba el resultado de la obra de cada año. Los
valores a los que se ajustaba la vida de los carrionenses,
unos valores que se presentaban como costumbres íntimas
a fuerza de incorporarlos a nuestra conducta diaria.
Valores positivos como la creencia en la honradez profesional,
el convencimiento de realizarse en el trabajo como medio
de cumplir nuestro destino y la fé en un más allá. Y
también valores contrarios como el escepticismo y la
desconfianza frente a los presuntuosos, el sabio recelo
por las promesas de los políticos y ese temor al escándalo
que nace del amor a la discreción que ha de inspirar
la conducta familiar y personal. Los carrionenses, desde
las figuras ilustres que han integrado nuestro paisanaje,
como el Marqués de Santillana y Don Ramón Carande, hasta
quienes han dado sentido a la convivencia de Carrión,
hombres y mujeres ignorados por la historia, pero que
dieron un sentido humano especial a sus relaciones con
los demás e interpretaron magistralmente el papel que
se les concedió en esta vida.
Las últimas palabras de mi Pregón
las dediqué a estos hombres y mujeres que hicieron gratos
mis primeros quince años, en que, con mis padres, crecí
y viví en Carrión de los Condes y que recordaré siempre.
Y a esos descendientes suyos que constituyen la juventud
y por los que hay que apostar porque son el futuro de
este Carrión actual que ha de seguir progresando.
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