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Censos de Población y Viviendas de 2001

La aldea de las personalidades / Lista de colaboraciones

Foto de D. Salustiano del Campo UrbanoSr. D. Salustiano del Campo Urbano
Catedrático de Sociología
La Línea de la Concepción.San Roque.(Cádiz)


Breve reseña estadística

En el Diccionario Geográfico y Estadístico de Pascual Madoz (1845), no se encuentra La Línea de la Concepción, cuya creación data de 1870, siendo anteriormente a dicha fecha un diseminado del término de San Roque. Madoz, en el citado Diccionario dice que San Roque es de lo más sano por la pureza de los aires que limpian su atmósfera, siendo los tabardillos y algunas calenturas las enfermedades más comunes. A pesar que en esta ciudad son todavía de cuerpo bajo más de la mitad de sus edificios, con todo, hay de dos cuerpos y aún de tres con bastante extensión y buenas comodidades interiores, adornadas sus fachadas con rejas y balcones con persianas en estos, generalmente dadas en verde. Las calles y callejuelas en número de 33. La casa municipal está en la plaza mayor, habiendo sido reedificada en el año 1841. Hay un pósito público, casa de niños espósitos y hospital para pobres enfermos. Tres escuelas de primera educación concurridas por 288 niños, dotadas con 240 reales mensuales de los fondos de propios; una enseñanza de niñas con 82 discípulas y varias casas particulares; una iglesia parroquial (Sta. María de la Coronada). La producción más abundante es la de trigo, pero insuficientes para el consumo del público. San Roque tiene 7.619 almas.

Cuando nace Salustiano del Campo Urbano, en los años 30, La Línea de la Concepción tiene una población de 35.371 habitantes, o almas en la terminología decimonónica. Curiosamente, en tan sólo una década la población casi se redujo a la mitad, puesto que en 1920 tenía la población mayor de su historia, 63.236 habitantes. Desde entonces esta población aumenta y en 1991 el Censo contó 58.315 personas, de las cuales 28.386 eran varones y 29.929 eran mujeres.

La Línea de la Concepción. Por Salustiano del Campo Urbano

Nací el 18 de febrero de 1931 en La Línea de la Concepción, que es el municipio más moderno y de menos extensión territorial del Campo de Gibraltar. Como es sabido, a partir de la toma de Gibraltar por una flota anglo-holandesa que luchaba a favor de la causa del Archiduque Carlos de Austria en la Guerra de Sucesión, y de la posterior toma de posesión de la plaza en nombre de la Reina Inglesa por el Almirante Rooke, la vida en esta parte de España cambió de una manera decisiva. Por lo pronto, la población de Gibraltar se trasladó a la que es hoy "la ciudad de San Roque donde reside la de Gibraltar", y también al municipio de los Barrios y a la ciudad de Algeciras, que entonces formaba parte de un extenso cortijo, después de que la urbe medieval árabe hubiera sido arrasada por los musulmanes que la perdieron ante el rey Alfonso XI de Castilla. A estos tres municipios y al de La Línea se suman Tarifa, Castellar y Jimena de la Frontera para completar el territorio actual del Campo de Gibraltar.

Durante el siglo XVIII la actividad de la comarca estuvo presidida por el deseo de recuperar la Roca, hasta el punto de que solamente en 1783 se puso fin a los intentos españoles de conquista mediante la Paz de Versalles. Desde entonces el Campo de Gibraltar se constituyó como una unidad política, administrativa y militar, cuya capitalidad se desplazó desde San Roque hasta Algeciras por el General Castaños, vencedor de Bailen. Ya no hubo más sitios militares, pero los ingleses aprovecharon diversas circunstancias para derruir los fuertes de San Bernardo y San Felipe en La Línea de la Concepción y para extenderse fuera del recinto de las murallas de Gibraltar durante la segunda mitad del siglo XIX. La creación de la Línea por el gobierno provisional que sucedió al derrocamiento de Isabel II marca un hito, ya que constituye una extensión ecológica de la ciudad de Gibraltar, habitada por quienes en su mayor parte trabajaban en la colonia británica.

Como antes dije, nací allí en 1931 y mi vida ha transcurrido pendiente de sus vicisitudes y de la promoción de la legítima reivindicación española de Gibraltar. En estos precisos momentos los británicos, casi inesperadamente, han decidido que quieren cambiar de común acuerdo con España su actual dominio colonial de Gibraltar. Se trata, sin duda, de un objetivo que aparece lleno de incógnitas, pero que a su vez da pie a esperar, si no lo mejor, al menos salir del hondón donde permanecemos desde el Tratado de Utrecht de 1713. Nada me complacería más que ver arreglado en el tiempo que me queda de vida una cuestión tan compleja, tan difícil y, a su vez, tan relevante para los españoles.